Introducción

En 1971, Pablo Neruda recibió el Premio Nobel de Literatura y con motivo de la ceremonia de recepción de este premio, pronunció dos importantes discursos. Uno, en representación de todos lo premiados de ese año y otro, el suyo personal. Aunque el primero fue corto y más general, ambos son dos importantes documentos sobre la problemática central del proceso cultural latinoamericano y sobre la función que le confiere Neruda a la literatura en este proceso.

Hay que añadir, además, que estos documentos son también aportes importantes para el estudio de la producción literaria de su autor como, asimismo, para el estudio teórico en general de la literatura.

Trataremos de observar los nexos entre las ideas que expresan estos discursos y algunas de las características más importantes en la obra de Neruda en relación con la historia de América, en especial en Canto General. En estos discursos, Neruda realiza una presentación de sus principios poéticos y la síntesis de su pensamiento con respecto al poeta y su obra. Un pensamiento que nunca hasta entonces había expresado de modo tan directo en un discurso, a pesar que impregna su propia creación desde que comenzó a escribir sus primeros poemas.

Neruda reafirma su concepto de literatura como una inmensa tarea social de descubrimiento y de expresión del mundo y expresión del propio poeta, al mismo tiempo que expresión de los otros.

Con respecto a la literatura latinoamericana, Neruda agrega que ella tiene además una función esencial y urgente: la de participar en el conjunto de esfuerzos sociales que se orientan a descubrir y a expresar el mundo iberoamericano para forjar una vida mejor y más propia en el Continente.

En estos dos discursos, Neruda hace hincapié en el rol que le cabe a la literatura, en cuanto quehacer ligado al proceso de desarrollo interno de cada formación nacional y por lo tanto, con modalidades y funciones que la ponen en relación directa con el momento histórico en el cual se inscribe cada obra literaria.

En cuanto a la función que puede llegar a realizar la literatura, ésta aparece, para Neruda íntimamente ligada al hombre social, a la problemática de su tiempo y del lugar en el cual se encuentra integrado el poeta. Señala que es por esto que la literatura se encuentra integrada al conjunto de expresiones de una sociedad dada. La literatura podrá intervenir en esta sociedad, asegura, en la medida en que el poeta asuma su rol primordial de integrarse "al trabajo común de todos los días y de todos los hombres."

Con respecto a sí mismo, Neruda se reconoce poeta chileno y latinoamericano. Argumenta que esta denominación no tiene para él un carácter regionalista estático, ni se orienta a una necesidad descriptiva de su país y de su continente. Su condición de poeta chileno e iberoamericano lo hace asumir la búsqueda poética de la realidad a la cual pertenece.

Una necesidad poética que él siente una urgencia vital en cuanto esa realidad es desconocida, confinada al olvido, y muy a menudo, incluso despreciada por lo mismos chilenos e iberoamericanos.

Estas ideas no son nuevas en Neruda. Ya en 1962, lo hace presente en su discurso de incorporación a la Facultad de Filosofía y de Educación de la Universidad de Chile:

"En un país en que persisten todos los rasgos del colonialismo, en que la multitud de la cultura respira y transpira con poros europeos tanto en las artes plásticas como en la literatura, tiene que ser así. Todo intento de exaltación nacional es un proceso de rebeldía anticolonial y tiene que disgustar a las capas que tenaz e inconscientemente preservan la dependencia histórica".

Su función poética la presenta como el resultado de una búsqueda del conocimiento de su propio espacio, estrechamente ligada a lo que ha sido la Historia de este Continente. De modo que fundamentalmente, el trabajo poético para Neruda es indagar y revelar lo que somos y lo que nos rodea, y la indagación de una expresión propia, nacional y continental, tarea que asume con su propia obra.

La creación poética, por lo tanto, debe ser algo propio, una producción original que surja de las condiciones específicas de ser poeta chileno y americano, que sea capaz de expresar su país y su continente, con un lenguaje y una identidad que debe surgir del interior mismo de esa realidad.

Ésta es la ardua tarea que debe enfrentar el poeta. Crear una expresión cuyas raíces se encuentren en la naturaleza, la vida y los hombre de América y de Chile. Y es la tarea que él mismo se propuso realizar en su obra.

En este discurso, se refiere también a otro aspecto de la problemática específica que debe enfrentar el poeta de estas latitudes: la elección de aislarse o la de integrarse y participar con las tareas de cambio que de modo perentorio y urgente deben producirse en este Continente. Argumenta que por el camino del aislamiento podrá escapar de las dificultades y de los problemas que provocan las ofensivas de la realidad. Pero por esto mismo se separará de los demás y aislado, sucumbirá en esta soledad.

Por su parte, declara que entre estas dos opciones esenciales, eligió la que consideró la más justa, a sabiendas que no era el camino "de la facilidad" ni el más propicio para alcanzar la felicidad personal.

Pero asegura que no basta la elección para cumplir con el rol ni el cometido que se haya trazado el poeta, ya que la elección no asegura de por sí el cumplimiento de sus intenciones. Constata así que el poeta debe afrontar peligros que lo pueden desviar de su deber permanente de conocimiento y honestidad, lo que implica equivocarse y alejarse del compromiso contraído con él mismo y con los otros. Y así es como declara que en algunos momentos de su creación convirtió el realismo en una mistificación de la realidad.

En el discurso del Premio Nobel, Neruda habla por primera vez abiertamente de "errores" y de "desviaciones" en su tarea creativa y en su rol de poeta, impulsado por una ciega voluntad partidaria. Aunque de modo menos evidente, estas preocupaciones aparecen en algunos poemas posteriores de la década de los años sesenta. Por ejemplo, en el poema "1968", de Fin de Mundo, publicado en 1969, se encuentran versos que aluden directamente a este asunto.

"La hora de Praga me cayó
como una piedra en la cabeza,
era inestable mi destino,
un momento de oscuridad
como el de un túnel en un viaje
y ahora a fuerza de entender
no llegar a comprender nada;
cuando debíamos cantar
hay que golpear en un sarcófago
y lo terrible es que te oigan
y que te invite el ataúd.

Por qué entre tantas alegrías
que se construyeron sangrando
sobre la nieve salpicada
por las heridas de los muertos
y cuando ya el sol olvidó
las cicatrices de la nieve
llega el miedo y abre la puerta
para que regrese el silencio?

Yo reclamo a la edad que viene
que juzgue mi padecimiento,
la compañía que mantuve
a pesar de tantos errores.
Sufrí, sufrimos sin mostrar,
sin mostrar sino la esperanza.

Sufrimos de no defender
la flor que se nos amputaba
para salvar el árbol rojo
que necesitaba crecimiento.

Fue fácil para el adversario
echar vinagre por la grieta
y no fue fácil definir
y fue más difícil callar.
Pido perdón para este ciego
que veía y que no veía.

Se cierran las puertas del siglo
sobre los mismos insepultos
y otra vez llamarán en vano
y nos iremos sin oír,
pensando en el árbol más grande,
en los espacios de la dicha.

No tiene remedio el que sufre
para matar el sufrimiento."


En el discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, vale decir, con la casi totalidad de su obra poética realizada, a dos años de su muerte, desde la perspectiva que le permite esta mirada retrospectiva, Neruda habló de modo explícito de aquellos momentos de debilidad que lo alejaron de su función específica: la de participar junto a los otros en la "construcción de la sociedad, en la transformación de las condiciones que rodean al hombre, del pan, de la verdad, del vino, de los sueños".

Reconoce el desvío de su tarea poética, tal cual lo señala en el poema que transcribimos recién:" Pido perdón para este ciego/que veía y que no veía". Pero al mismo tiempo, afirma lo que sí fueron sus momentos de lucidez y de efectiva realización de su compromiso: asumir una posición realista, que significa realizar un proceso de conocimiento que el poeta pone al servicio de los otros para construir juntos una vida mejor.

En este discurso, Neruda reitera su concepto de poesía como una expresión de la vida misma. Una expresión que hace del poeta un hombre para los otros hombres, en una tarea común de solidaridad que se oriente a "la transformación de las condiciones que rodean al hombre".

En esta tarea, Neruda señala el dilema esencial que debe resolver el poeta: elegir entre "tomar directamente conciencia de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación", o bien "crear los fetiches de lo incomprensible"... "el fetiche de la elite y del secreto", que lleva a negar la vida y a la incomunicación. Buscando alejarse del peligro de la falsificación, de la mitificación, eligió definitivamente unirse "al realismo como el medio más seguro medio de no caer en el fetichismo de la incomunicación".

Pero afirma que aunque haya elegido el camino del "realismo", el poeta no queda libre del peligro de la mitificación, que se expresa en sus propias "degeneraciones realistas", en las que él mismo cayó en algunas circunstancias.

En definitiva, Neruda declara que más allá de este dilema y de la posibilidad de elección entre realismo y no-realismo, de lo que se trata es de alcanzar un arte que "conduzca a la vida a desarrollarse y a florecer, lo que no es posible si no se toma "directamente conciencia de lo que nos rodea y de los caminos del cambio."

Ser un poeta realista significa para Neruda cumplir una función específica cuando se trata de un escritor iberoamericano. Una función que significa para él el compromiso de conocer y comprender la situación del continente: de la tragedia histórica que desde siglos viven los seres humanos del Continente. Es por esto que para él fue un deber esencial, en cuanto poeta iberoamericano, integrarse a quienes se organizan para poner término a esta tragedia, y buscan los caminos para su transformación.

Este sentido que le concede a su condición de escritor americano hace de su trabajo poético una herramienta que pone a disposición de la reconstrucción de su continente.

El trabajo poético como solidaridad entre los hombres

No podemos pensar que se trata de un simple azar ni de una pura coincidencia que Pablo Neruda, en su discurso de recepción del Premio Nobel en 1971, toque el tema de la relación del poeta y de su obra con su propia realidad.

La voluntad de mostrar claramente todos estos aspectos, se revela en la estructura misma de este discurso: en su primera parte cuenta un episodio de su propia vida, en un momento especial de la historia de Chile. Evoca la travesía de la Cordillera de los Andes que hizo en 1949, a caballo, huyendo de la persecución política que desencadenó el Presidente de Chile de aquel entonces, Gabriel González Videla.

En este relato, Neruda expresa con una imagen poética lo que él considera la tarea solidaria del poeta y de su poesía en la compleja realidad de América.

El poeta alude a este acontecimiento como un momento muy especial de revelación y de conocimiento, pero también para ofrecer, a partir de esta imagen, su concepción de la función poética.

El relato penetra en la soledad de esa región, descubre la naturaleza enorme y poderosa, le señala la soledad de su propia situación de fugitivo, los peligros de la persecución política, de la travesía misma de la montaña, y de la comprensión, a pesar de la distancia silenciosa que mantienen, de los hombres que lo acompañan, sus "impenetrables compañeros".

En el momento en el que se produce el acontecimiento que le hizo entender entonces "de una manera imprecisa" lo que puntualiza en 1971 en su discurso, comprendió también su rol y la función de su poesía:

"Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra sino agregarme a a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.

"Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos de los más edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe".

El episodio se termina bajo el signo de la solidaridad y este significado esencial, al igual que los elementos que la constituyen, toman una nueva dimensión, ya que en este mismo discurso, Neruda le confiere a su obra poética el sentido esencial de solidaridad y, a la función de su poesía, el de un punto de convergencia en el espacio.

En este contexto, la poesía, su poesía, la define por su función de signo portador del conocimiento y productor de la imagen poética; y la imagen poética será, de este modo, portadora, a su vez, de este conocimiento. Un conocimiento que servirá de fuente al proceso reunificador de la historia de América para establecer los lazos de un pasado lejano con un futuro unificador.

Canto General y la Historia

La confirmación de sus palabras la encontramos en su obra poética, en especial en Canto General.

Recordemos que Canto General es una unidad poética que relata la historia de América. El poeta que presenta los hechos y los interpreta, el pueblo y sus héroes, los amigos y los enemigos de los pueblos iberoamericanos, intervienen en esta historia y en especial en la de un país que ocupa un lugar privilegiado y preponderante, Chile.

La historia se presenta dentro de un ambiente natural, la naturaleza del continente, con sus flores, sus árboles, sus pájaros, sus ríos, el océano. La historia de esta naturaleza sirve de soporte a esta otra historia, que es la historia de su gente, de sus relaciones entre ellos y con los otros hombres.

El tono épico de la narración impone una línea divisoria muy precisa entre unos y otros, entre la justicia y la injusticia, entre los buenos y los malos, entre la realidad y la esperanza, desde el período posterior a la llegada de los españoles hasta 1950.

No me parece suficiente como explicación atribuir al azar o a una exclusiva voluntad poética, la motivación que hizo surgir esta visión que interpreta la historia, que marca con toda suerte de aspectos negativos a los "descubridores" y a los "conquistadores", en oposición con la imagen edénica del mundo americano anterior a esta conquista y con la valoración positiva que marca al mundo americano, sufriente y martirizado bajo la ola de esta invasión extranjera.

La invasión adquiere, con esta indagación poética de Neruda, la dimensión de un genocidio lleno de sangre, de destrucción y de muerte. La conquista es considerada como un momento de crisis que marca al continente americano, lo transforma, lo hace diferente.

De este modo, el "descubrimiento" adquiere un significado esencial en Canto General: el de un acontecimiento fatídico que pone fin a un período de vida americana y que da inicio a otro, en el que se produce un enfrentamiento entre dos culturas y dos mundos. Un enfrentamiento que desde entonces establece la contradicción entre el vencedor y el vencido, que define el relato de la historia del continente.

La imagen del conquistador que presentan los poemas de Neruda no corresponden a la imagen conocida y difundida en América. En esta última, el conquistador es un hombre que por encima de todo realiza una acción civilizadora y cristianizadora.

Neruda presenta una sórdida imagen, muy distinta a la que se encuentra en la historia tradicional de América. Entrega imágenes en las que se perfilan las profundas contradicciones del mundo europeo de aquel entonces, y de los feroces y terribles conquistadores que presenta Neruda en sus poemas. Explica las causas y las razones históricas que impulsaron a la conquista y construye así una imagen diferente a la del estereotipo que se encuentra anclado en la tradición cultural iberoamericana.

Por una parte, Neruda trata de construir un nuevo estereotipo: el del "buen salvaje" que no existe a nivel cultural en Iberoamérica y que tampoco existe en la tradición literaria del continente, salvo en unas escasas excepciones, por lo menos hasta la publicación de Canto General.

Pero el interés de Canto General no reside sólo en la calidad de la interpretación de la historia de América, sino que por igual en el aspecto sorprendente e insólito, en el contexto cultural chileno, de la elección misma del tema y de la incorporación de este tema a nivel literario y poético. El descubrimiento y la conquista son acontecimientos de un pasado de América que nadie se preocupaba mucho en conocer (salvo algunos escasos especialistas), más allá de las nociones elementales y estereotipadas que se recibía durante la instrucción escolar.

Parece indispensable recordar entonces que en el contexto cultural chileno del cual surge el poeta y su obra, en especial Canto General, se conoce mal la historia de América e incluso la historia de Chile. Recordar también que fuera de la información recibida durante la educación primaria y secundaria en Chile, las connotaciones culturales no hacen referencia a hechos del pasado histórico del país.

En consecuencia, el desconocimiento del pasado anterior al descubrimiento es aún mucho mayor que el del período de la Conquista y esto en toda Iberoamérica.

Podríamos suponer que este elemento ideológico y cultural puede explicar la imagen de la historia en Canto General. Al igual que podemos comprender que es este mismo elemento ideológico y cultural el que impone la calidad de la imagen poética y de sus matices emocionales. Pensando que todo esto está dirigido a provocar un impacto emocional que pueda cambiar la indiferencia reinante en el contexto cultural respecto a este período de la historia, y que pueda así integrarla al pasado del chileno contemporáneo y latinoamericano de su tiempo.

Su observación lo lleva a crear la imagen de un mundo nuevo, sobre bases americanas, una imagen diferente a la que se había presentado de modo dominante en América y en Chile.