Este libro contiene una exposición ordenada, profunda exquisitamente documentada, en los contextos históricos de épocas y países de ocho figuras señeras y centrales de la medicina. Desde Hipócrates a Pedro Laín Entrargo desfilan Maimónides, Lucas, Pinel, Franck y otros.

Dos y medio siglos, del desarrollo de una disciplina, en su afán de curar, conocer la enfermedad; como ciencia y arte, destacando al sujeto en que ésta transcurre y la significación que éste le otorga.

Es una visión que resalta el profundo humanismo de este quehacer, volviéndolo así una antropología, pues destaca el enfermar como una contingencia general del vivir, que anhela y necesita cura. Vida muerte, sufrimiento ­ desgracia, esperanza y felicidad enmarcan al hombre en su destino concreto y en el perder la salud y enfermar.

Irrenunciable para empezar esta obra es la figura de Hipócrates de Cospara, para encontrar en él el comienzo de la medicina moderna.

Su obra, afanes y sentencias son hasta el día de hoy pilares capitales que muestran a un sabio fundador de esta disciplina, reconocimiento que ya estableció Platón y Aristóteles cuando el primero de ellos señala a Hipócrates como 'un ejemplo de maestro en su oficio'.

Es de destacar que Goic en su acucioso trabaja señala en Hipócrates no un mero pre-científico sino el creador de una ciencia incipiente.

Desfila en este texto en forma sintética, apretada e integral todo el Corpus Hippocraticum, escrito en prosa jonia.

Sobre el comportamiento del médico 'la docencia' como capítulo destacado. El juramento por él establecido, su ética, su vigencia actual y cercanía en todo acto que presuma de médico y al que lo ejerza.

Para Goic, Hipócrates sería el primer médico humanista de la cultura occidental. Su formación en dominios de la filosofía y otros saberes así lo avalan, pues no solo se yuxtaponen sino que se imbrican para generar el discurso del hacer medicina, acercándose al modo en que los filósofos mentan a la realidad.

San Lucas como el médico evangelista incorpora en este oficio una dimensión filantrópica y ética integrada a la visión griega. La caridad cristiana, ayuda desinteresada; como en la parábola del samaritano 'Amar al prójimo sin discriminación ­ cuidado diligente del enfermo y misericordia.

Sumariamente comentemos la exposición que Goic realiza ante la gigantesca estatura y otra de Maimónides; su vida de múltiples exilios, su transitar por la cultura del mundo árabe del siglo XII; y su conocimiento y coincidencias con la visión y obra de Hipócrates con la cual tenía una profunda familiaridad y respeto.

La enfermedad como proceso natural; crítica vehemente a métodos mágicos y de una esotéria fetichista. Aclaración práctica y conceptual del concepto de iatrogenia. Se hacen siempre presentes en sus escritos.

En su obra en el 'Mischné Torá' repetición de la Tora Bíblica, que representa el código de Maimónides donde expone 21 normas de Higiene de Vida a las cuales les otorga un carácter religioso. Alimentación, estilo de vida, etc.

La salud es como un bien por cuidar. Salud y santidad parecen articularse en el cabe destacar su imponente y profunda obra Guía para los Perplejos, allí en lo fundamental sostiene que la filosofía es compatible con la religión y por ello concordante.

Comenta acertadamente Goic la Invocación de Maimónides como la plegaria del médico: Destacando su exposición sobre Maimónides en el capítulo correspondiente la sentencia 'Haz que no vea más que al hombre en aquel que sufre'.

La Invocación de Maimónides constituye una síntesis contundente y decisiva del significado esencial de lo que en nuestros tiempos se conoce como relación médico ­ paciente: un encuentro con los enfermos en el que se establece una relación no sólo técnica sino que interpersonal: Un encuentro entre dos seres humanos dotados ambos de inteligencia, dignidad e intimidad y depositarios de una biografía única e irrepetible.

La figura de Phillipe Pinel es comentada con gran rigor y conocimiento de las dificultades que enfrenta su fundamental obra pues no solo se trasunta solo en liberar los pacientes psiquiátricos de Bicetre de sus cadenas y suprimir el trato ominoso que recibían siendo por ello afirmado en el resto de sus tratados el que instala la 'persona' en el alienado.

Así puede considerarse el fundador de la Psiquiatría como parte de la medicina en 1788, plasmada en 1793.

Las formulaciones de una acción psicoterapéutica como tratamiento moral, en medio de las turbulencias de la Revolución Francesa, su tratado médico-filosófico sobre la alienación mental y la manía, preludian los progresos que esta disciplina realizaría en la dimensión humanitaria y científica apartando definitivamente la locura como posesión diabólica.

Pinel será el símbolo que en su gesto hace ciencia y humanismo.

En sus 85 años de vida fertiliza el saber sobre el alma extraviada y el espíritu que pudiera ordenarla.

El trabajo realizado por el autor de este libro sobre Albert Schweitzer, de quien hace diversas y oportunas citas que dan el mapa de su trayectoria humanista, su espíritu de servicio y un profundo sentimiento de justicia social y de caridad cristiana, dan por resultado; un ejemplo de vocación médica y visión de mundo.

Destacamos como su intuición casi revelatoria de una ética de la reverencia por la vida experimentada mientras caminaba con su esposa, y así lo hacían también cuatro hipopótamos y sus críos, ello lo conduce a una teoría del universo y así introducirse en el devenir de la civilización. Dirá que todos al ser culpables cometemos un crimen de la humanidad, en las guerras. Con esto el llegará a sugerir una ética no sólo de las personas sino de las naciones.

'Un Doctor Atento, Comprensivo' es el epígrafe para aludir el excepcional Francis Peabody. médico norteamericano, afanoso, de formación severa y preocupado de modo central, fundamental del cuidado del paciente, cuando ya la medicina amenazaba con deshuma-nizarse. Suya será la frase 'No hay mayor contradicción entre la ciencia de la medicina y el arte de la medicina como entre la ciencia de la aeronáutica y el arte de volar. Destacó el enfermar psíquico y el concepto de psiconeurosis. Un buen médico conoce a su paciente completamente y su conocimiento es adquirido con dificultad.

El capítulo dedicado a Víctor Frank L. (1905 ­ 1997), titulado 'el hombre en busca de sentido, es tal vez el capítulo más conmovedor por lo vivido por Frank, y las posturas consecuentes que le cupo aceptar. En los campos de concentración donde estuvo recluido pudo hacer verdad de la metáfora. La existencia desnuda, su acepción de la voluntad de sentido que sublima el sufrimiento y combate la no menor frustración existencial.

En su obra, la psiquiatría no será solamente psicologizada como en el siglo XIX sino básicamente humanizada. El propondrá una visión terapéutica que llamará Análisis Existencial, que entre muchas cosas es un análisis referido al ser responsable.

Su libro El hombre en busca de sentido, rápidamente alcanzó una venta de 9.000.000 de ejemplares en el espesor del tormentoso e inhumano siglo XX.

Sus reflexiones y experiencias constituyen un aporte a la psicología, la psiquiatría y la medicina en general.

Su técnica terapéutica será denominada Logoterapia en las postrimerías de su vida. En ella condensa saber, experiencia y praxis...

El más genuino médico y pensador reflexivo es Pedro Laín Entralgo (1905-2001)

Algunos de sus tópicos centrales son: Ciencia técnica y medicina, Antropología médica, Relación M/P, Historia Universal de la Medicina, Teoría y realidad del otro, España como problema, la empresa de envejecer.

Largo sería extendernos en estos atractivos temas ¿Será Entralgo el último humanista?, como lo propone Goic. Es de esperar que no y pensemos que hoy la medicina reclama con mayor fervor la incorporación de un sujeto en la medicina que corre el riesgo de postergarse por el avasallador progreso de la tecnología que cura y prolonga la vida.

Alejandro Goic es un humanista que aporta visiones profundas y novedosas de médicos que han ido más allá de su oficio. Su didáctica de su trabajo histórico y no puramente histriográfico o erudito es amena y estimulante, el espesor esencial de nuestro oficio se vuelve así un humanismo esencial que se sirve de la técnica sin limitarse a ella.

Los objetivos para la formación del médico y dónde deben establecerse los énfasis en el trabajo pueden inspirarse en los autores tratados en este diáfano libro.