Los desplazamientos de población suelen ir acompañados de fuertes cargas emocionales y expectativas cuyo tono será más o menos positivo, según sea el contexto en el cual se dan. En algunos casos, cuando se migra buscando oportunidades de desarrollo individual o familiar, se apuesta por un futuro mejor en el país de llegada y por tanto hay una mirada esperanzadora sobre la vida que se tendrá allí, de forma que los pies se sitúan firmes sobre la tierra; en otros, cuando grupos de personas son desplazadas por situaciones de catástrofe o guerra que les impiden seguir en su terruño, o cuando huyen de persecuciones políticas transformándose en exiliados, la desesperanza, el miedo y la angustia son parte del equipaje con que se desplazan, y así estas migraciones forzadas se viven como un tiempo congelado, un período transitorio de la vida a la espera del regreso. En el último tercio del siglo XX miles de chilenos vivieron el segundo tipo de experiencias.
Rebolledo González, L. (2012). Exilios y retornos chilenos. Anales De La Universidad De Chile, (3), Pág. 175–187. https://doi.org/10.5354/0717-8883.2012.21735